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Ictus por Estrés: Descubre la Conexión entre el Estrés y el Riesgo de Infarto Cerebral

Los hábitos de vida saludables como el deporte son clave para prevenir el riesgo de ictus por estrés

En el mundo actual, el ritmo de vida acelerado ha propiciado un aumento significativo en los casos de ictus. Sorprendentemente, uno de los factores de riesgo menos comprendidos y a menudo menos considerado es el estrés crónico. En este artículo nos adentramos en cómo el estrés afecta a nuestra salud cardiovascular y puede ser causante de que aumente el riesgo de sufrir un ictus. 

Estrés Crónico y Estilo de Vida Moderno

Vivimos en una era donde los hábitos de vida, la velocidad y la presión por cumplir con las exigencias laborales y familiares nos llevan al límite. Esta vorágine cotidiana, combinada con la falta de descanso, prácticas alimenticias poco saludables y un estilo de vida sedentario, aumenta el riesgo de sufrir accidentes cerebrovasculares. Estos hábitos contribuyen al desarrollo de estrés crónico, con sus consecuencias negativas para la salud.

Hipertensión Arterial

La hipertensión arterial, apodada la «asesina silenciosa», se erige como uno de los factores de riesgo asociados a los ictus. La tensión arterial elevada ejerce presión sobre las arterias, aumentando la posibilidad de sufrir un daño vascular. En situaciones de estrés crónico, los niveles de cortisol, la hormona del estrés, aumentan de manera constante, exacerbando la hipertensión arterial y propiciando un entorno propicio para los accidentes vasculares.

Dolor de Cabeza Persistente

El dolor de cabeza persistente, con frecuencia subestimado, puede constituir una señal clara de la presencia de estrés crónico. La conexión entre el dolor de cabeza y la fibrilación auricular (ritmo cardíaco irregular) se manifiesta de manera evidente en numerosos casos de estrés prolongado. La fibrilación auricular, a su vez, puede ser un factor de riesgo para sufrir un ictus, dado que puede desencadenar la formación de coágulos sanguíneos.

Hábitos Saludables: Protección para la Salud Cerebrovascular

El estilo de vida desempeña un papel clave en la salud cardiovascular. Adoptar hábitos saludables no solo reduce el riesgo de hipertensión arterial, sino que contrarresta los efectos negativos del estrés crónico. La actividad física regular, una dieta equilibrada y la gestión del estrés son elementos esenciales para disminuir el riesgo de ictus.

Deporte y Ejercicio los Aliados Contra el Estrés

El deporte y el ejercicio físico merecen una mención especial, no solo como hábitos saludables que mejoran nuestro estado físico, sino también como herramientas efectivas para controlar y liberarnos del estrés crónico. La práctica regular de ejercicio físico moderado desempeña un papel crucial en la gestión tanto mental como física de la carga asociada al estrés prolongado. Al adoptar este hábito, contribuimos significativamente a liberarnos de la carga mental y física que el estrés crónico puede generar.

Las personas que integran el deporte en su rutina aseguran sentirse notablemente mejor consigo mismas después de cada sesión. La consistencia en la práctica deportiva no solo proporciona beneficios a nivel emocional, sino que también tiene un impacto positivo en la fisiología general del cuerpo. En este sentido, la mejora continua de la salud física se convierte en una consecuencia directa de la práctica regular y sostenida del ejercicio físico.

Riesgo de Ictus y Estrés Crónico: Un Vínculo que Exige Atención

Las personas que experimentan estrés de manera recurrente enfrentan un riesgo aumentado de desarrollar patologías, siendo el ictus una de las consecuencias posibles. El estrés prolongado desencadena respuestas inflamatorias en el cuerpo y contribuye al desarrollo de arteriosclerosis, un fenómeno donde las arterias se estrechan debido a la acumulación de placas. Este estrechamiento arterial se postula como una de las causas fundamentales que incrementan de manera significativa el riesgo de ictus al restringir el flujo sanguíneo en el cerebro.

En este contexto, la relación entre el estrés crónico y la vulnerabilidad a enfermedades cerebrovasculares destaca la importancia de abordar y gestionar eficazmente el estrés para preservar la salud vascular y prevenir complicaciones como el ictus.

El infarto cerebral se presenta como una consecuencia grave de la hipertensión arterial no controlada y del estrés crónico. Las personas con niveles elevados de estrés tienden a adoptar hábitos poco saludables, como el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol, factores que aumentan las probabilidades de sufrir un ictus. Es esencial comprender que el riesgo de ictus no solo está vinculado a la edad o la genética, sino también a los hábitos de vida y a la gestión del estrés. Aquellos con antecedentes familiares de ictus deben prestar especial atención a su estilo de vida, implementando cambios necesarios para reducir el riesgo.

Pautas para la Gestión del Estrés 

El estrés crónico, a menudo subestimado, se revela como un factor relevante en el aumento del riesgo de ictus. Este fenómeno impacta directamente en la hipertensión arterial, la fibrilación auricular y otros factores de riesgo, intensificando sus efectos adversos cuando se prolonga en el tiempo. Por lo tanto, surge la imperativa necesidad de gestionar el estrés, reconociendo la importancia de no solo preservar la salud física sino también la mental, con el fin de asegurar una vida plena y equilibrada. Para esta gestión del estrés y la salud mental hay pautas claras como son: 

  • Adoptar un estilo de vida saludable: Mantener una dieta equilibrada y evitar el consumo de alcohol y tabaco.
  • Practicar ejercicio regular: La actividad física regular no solo ayuda a regular el estrés, sino que también mejora la salud mental.
  • Descansar suficientemente: La falta de sueño o un descanso inadecuado pueden aumentar los niveles de estrés.
  • Dedicar tiempo para uno mismo: Realizar actividades placenteras, descansar y aprender a disfrutar de momentos individuales.

En Neural Intensive estamos comprometidos con crear hábitos de vida saludables, que perduren en el tiempo y ayuden, a las personas que han sufrido un ictus, no solo a rehabilitarse, sino a cuidar su salud física y mental, para que la rehabilitación perdure en tiempo y el riesgo de poder volver a sulfur un ictus sea menor. Creemos que una rehabilitación de calidad pasa no solo por recuperar funcionalidad e independencia de las personas, sino por construir también hábitos de vida que hagan que las personas, una vez hayan finalizado su rehabilitación, puedan mantener rutinas de calidad de vida y cuidado físico y mental como parte de su nueva vida, sin depender de seguir acudiendo a su centro de neurorrehabilitación. 

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