Hay momentos en la vida en la que la palabra ictus o sus sinónimos como infarto cerebral, trombosis, embolia, derrame cerebral o apoplejía, forman, de manera repentina, parte de nuestra vida y se convierten de repente, en parte de nuestro lenguaje diario porque tenemos que hacernos expertos en la materia de un día para otro.
Para todas estas persona que estáis pasando por un proceso de este tipo, nuestro equipo de profesionales de Neural Intensive, ha creado este artículo, donde tratamos de explicarte de una forma sencilla y clara que es un ictus y qué pasa después de sufrirlo, ya seas la persona afectada o un familiar. Abordaremos algunas de las dudas que pueden surgir cuando una persona sufre un ictus, qué tipos de ictus hay, como identificarlo, qué secuelas tiene y que significa padecer un daño cerebral de estas características.
Qué es un ictus.
Es habitual, que si no eres profesional sanitario, cuando hablamos de qué es un ictus, no sepas a qué nos referimos exactamente. Si bien es verdad que solemos conocer algunas de sus consecuencias más frecuentes, no sabemos qué es exactamente, qué tipo de ictus hay y que nos depara el futuro. En los últimos años, cada vez hay más concienciación social al respecto y hay más profesionales, asociaciones y fundaciones que se encargan de sensibilizar a la población sobre sus causas, sus secuelas y su rehabilitación.
La palabra ictus hace referencia a cualquier trastorno de la circulación cerebral, producido normalmente de una manera brusca. Esto puede ser como consecuencia de la interrupción del flujo sanguíneo a una parte del cerebro (isquemia cerebral) o la rotura de una arteria o vena cerebral (hemorragia cerebral). Si hablamos de cifras, en torno al 75% de esta tipología de daño cerebral adquirido suelen ser isquémicos, frente al 25% que son hemorrágicos.
Qué tipos de ictus existen.
Como hemos indicado anteriormente, existen principalmente dos tipos de ictus. A continuación hablamos sobre ambos y las principales diferencias entre uno y otro.
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¿Qué es un ictus isquémico?
Hablamos de ictus isquémico cuando un coágulo obstruye y disminuye de manera brusca el flujo sanguíneo de una vena o arteria cerebral. Esto provoca que la sangre no llegue a una parte de nuestro cerebro y el tejido quede dañado.
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¿Qué es un ictus hemorrágico?
Un ictus hemorrágico se produce cuando se rompe un vaso cerebral. Cuando esto ocurre y el vaso se rompe provoca que la sangre irrumpa en el cerebro, lo que hace que el tejido cerebral se comprima y se dañe.
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¿Qué diferencias hay entre ictus isquémico y hemorrágico?
La diferencia entre ambos tipos de ictus radica en la causa de esa alteración brusca del flujo de sangre que llega a nuestro cerebro.
Hablamos así de ictus isquémico cuando el origen del problema se relaciona con la formación de un coágulo que disminuye el flujo de la sangre y distinguimos en cambio el ictus hemorrágico cuando la afectación del tejido cerebral está producida por la entrada al mismo de sangre procedente de la rotura de un vaso sanguíneo.
Cuáles son los síntomas más comunes de un ictus y cómo actuar ante cualquier sospecha.
Cuando una persona sufre un ictus, podemos encontrar ciertas señales que se repiten en todas las personas y esto hace que podamos detectar ciertos síntomas previos que nos avisan y nos permiten detectar la emergencia y tomar medidas. Son avisos de corta duración, pero es importante conocerlos para poder identificar lo que está pasando y actuar con rapidez. La atención inmediata es vital para minimizar los daños.
Algunos de los síntomas más comunes de un ictus son:
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- Pérdida de fuerza en una mitad del cuerpo y en las extremidades como la cara, pierna o brazo. Suele darse en una mitad del cuerpo y en todas las extremidades de dicho lado.
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- Cierta dificultad para hablar. Lenguaje inteligible, no entendemos lo que dice la persona o hay lenguaje incoherente.
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- Hormigueos en una mitad del cuerpo o pérdida de sensibilidad.
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- Dolor de cabeza muy intenso y repentino que no remite con ningún tipo de medicamento.
Hay factores de riesgo para padecer un ictus. De hecho, el 80% de los ictus pueden prevenirse controlando dichos factores de riesgo, algo que hace que la incidencia del ictus en nuestra sociedad sea prevenible con buenos hábitos de vida. Entre otros, estos factores son: hipertensión arterial, diabetes, colesterol, consumo de alcohol o tabaco, obesidad, sedentarismo y padecer enfermedades cardiacas.
Por ello, la prevención es fundamental para poder evitar y/o controlar los factores anteriormente descritos. Revisiones médicas periódicas y llevar una estilo de vida lo más saludable posible hacen que disminuya mucho el riesgo de padecer un ictus.
Si sospechamos que alguien puede estar sufriendo un ictus, debemos hacer lo siguiente. Esta información puede salvar vidas y/o mejorar mucho el pronóstico a futuro:
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Llama a los servicios de emergencia:
En muchos países, el número de emergencia es 112, pero puede variar. Asegúrate de conocer el número de emergencia local. No subestimes la gravedad de los síntomas. Incluso si los síntomas parecen leves o temporales, la atención médica inmediata es crucial.
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Observa los síntomas:
Familiarízate con los signos y síntomas de un ictus. Utiliza la regla mnemotécnica FAST:
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- F (Face): Pide a la persona que sonría. Si hay asimetría facial, puede ser un signo de ictus.
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- A (Arms): Pide a la persona que levante ambos brazos. Si uno de los brazos cae o no se puede levantar, podría ser un ictus.
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- S (Speech): Pide a la persona que repita una frase simple. Problemas en el habla, como la dificultad para hablar o entender el lenguaje, son indicativos de un ictus.
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- T (Time): El tiempo es crucial. Llama a los servicios de emergencia tan pronto como observes estos síntomas.
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Mantén la calma y consuela a la persona:
Mantén a la persona tranquila y cómoda mientras esperas a que llegue la ayuda médica. No le ofrezcas alimentos ni líquidos, ya que la persona puede tener dificultades para tragar.
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No intentes automedicar:
Evita darle medicamentos a la persona, a menos que un profesional de la salud lo indique.
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Proporciona información:
Cuando los servicios de emergencia lleguen, proporcionar información clara y concisa sobre los síntomas y el momento en que comenzaron.
¿Qué pasa después de un ictus?
Cuando sufres un ictus, es probable que aparezcan algunas secuelas, las cuales deberemos tratar en rehabilitación para conseguir si no eliminarlas del todo, mejorar la adaptación a la vida cotidiana en el menor tiempo posible de la persona afectada.
Se han observado grandes diferencias entre aquellos pacientes que han sufrido daño cerebral y tras ello, han llevado a cabo un tratamiento rehabilitador y aquellos que no lo han hecho. Por este motivo, la neurorrehabilitación es fundamental en el tratamiento post-ictus ya que ayuda al paciente a recuperarse y a que pueda volver a desempeñar sus actividades del día a día de la manera más independiente posible.
La rehabilitación neurológica tiene por objetivo que los pacientes recuperen su vida y autonomía tras un ictus. Esta rehabilitación permitirá que mejoren su estado físico, cognitivo y emocional. Dependiendo de la gravedad de la lesión, esta recuperación puede ser mayor o puede variar en el tiempo. Contar con profesionales especializados en estas patologías, una metodología basada en las mejores evidencias científica, la tecnología más avanzada en neurorrehabilitación, un proyecto basado en el humanismo y un centro de alto rendimiento, hace que desde Neural Intensive ofrezcamos un rehabilitación de garantías para las personas que sufren un ictus.
Las secuelas producidas por un ictus son, en mayor o menor medida recuperables. En caso de sufrir un daño cerebral, la rehabilitación debe empezarse desde el alta médica, debe ser intensiva y diaria y debe ser llevada a cabo por un equipo experto y especializado. Solo así, se pueden conseguir los máximos resultados en el menor tiempo posible. En Neural Intensive somos expertos en neurorrehabilitación intensiva y robótica de las secuelas producidas por un ictus y lo llevamos haciendo más de 15 años.