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Cómo el cerebro es capaz de repararse a sí mismo

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Hasta el siglo XX, se pensaba que la neurogénesis finalizaba tras el desarrollo del embrión. A partir de la segunda mitad del siglo pasado, se descubrió que las células siguen naciendo en el cerebro durante toda la vida. Hoy en día, este conocimiento ayuda a entender el proceso de aprendizaje y la memoria y además cómo el cerebro es capaz de repararse a sí mismo.

Un breve repaso a la historia de la neurogénesis

Cuando sufrimos una herida, nuestra piel y tejidos se regeneran. Pero el daño en el cerebro, tiende a ser permanente, tiene una capacidad regenerativa limitada. Esta creencia es la que hizo que durante mucho tiempo se mantuviese la idea que las neuronas no se regeneran. Por lo tanto la neurogénesis se limitaba al desarrollo embrionario.

No fue hasta el año 1962 cuando una investigación de Joseph Altman sugirió que esto sí ocurría. Durante la década de los 60, encontró neurogénesis en diferentes áreas del cerebro, incluyendo en hipocampo. Investigaciones posteriores revelarían que esta parte del cerebro es fundamental para el aprendizaje y la memoria.

La comunidad científica se mantuvo escéptica con los hallazgos que Altman había encontrado en su investigación con ratones. No daban credibilidad a la metodología y las herramientas utilizadas. Años más tarde, ya en la década de los 80, otra investigación de Fernando Nottebohm resultó más concluyente. Siguiendo con la misma metodología de Altman, Nottebohn descubría que nuevas células nacían en el cerebro de pájaros cantores. Además, consiguió demostrar que estas células conducían impulsos eléctricos, por lo que se trataban de neuronas.

Aún así, no fue hasta la década de los 90 cuando, gracias al desarrollo de herramientas más sofisticadas, la neurogénesis pasó a un primer plano.

Años 90: eclosión de la neurogénesis

En la década de 1990, se consiguió demostrar que las células madre se dividían para formar nuevas células. Además, algunas de ellas, eran neuronas. Gracias al desarrollo de nuevas herramientas para obtener imágenes de las neuronas, esta teoría acabó por calar entre la comunidad científica.

Otro estudio del año 1996, demostró cómo el nacimiento de nuevas células en el cerebro, descendía a medida que los ratones envejecían. Pero nunca desaparecía por completo. Ya en 1998, estas certezas en ratones y pájaros, se demostraron en el cerebro humano.

A partir de estos descubrimientos, otras investigaciones demostraban que el proceso de neurogénesis no dependía solo de la edad, también de otros factores como la experiencia y el entorno. Por ejemplo, el estrés disminuía la neurogénesis, mientras que el ejercicio la aumentaba.

Además, también observaron que durante un período de varios meses, las nuevas células crecieron y llegaron a ser neuronas maduras, formando conexiones y disparando impulsos eléctricos.

La neurogénesis era un hecho. Disminuye con la edad, pero podría mejorarse con el enriquecimiento cognitivo y el ejercicio. En la siguiente década, las investigaciones se centraron ya en las implicaciones para el envejecimiento y la salud cognitiva.

Neurogénesis y envejecimiento

Hasta ahora, las investigaciones no habían encontrado la relación entre la neurogénesis y la cognición. Por lo tanto, la pregunta que quedaba por resolver era si la neurogénesis podría beneficiar al cerebro que envejece.

En 2005 un estudio realizado con ratones viejos, demostró que el ejercicio  estimulaba la neurogénesis, comparándolos con los que no realizaban.

La aportación del año 2009 fue significativa, ya que se descubrió que el cerebro necesita neurogénesis en edad adulta. En este estudio, los ratones a los que se les había bloqueado esta capacidad, tenían afectada su capacidad para recordar lugares similares en un laberinto.

En el año 2013, se documentó que las neuronas recién nacidas, contribuyen de manera significativa a la función cerebral. Además, se empezó a sugerir que mejorar la neurogénesis, puede evitar el deterioro cognitivo.

Los beneficios del ejercicio van más allá de la salud cardiovascular. Además, preservan las funciones cognitivas y mitigan la atrofia cerebral en el envejecimiento. Estos efectos neuroprotectores del ejercicio, pueden verse reflejados en la neurogénesis.

Con nuevas herramientas y tecnologías, actualmente las investigaciones giran buscan relacionar la neurogénesis y el envejecimiento del cerebro. Los objetivos se centran en poder identificar estrategias que permitan prevenir el deterioro cognitivo.

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